24 de septiembre de 2014

Gemma Herrero Virto: Ojo de gato

"Vivimos en un mundo ordenado, explicado por leyes físicas, e invadido por adelantos tecnológicos. Todo rastro de magia y misterio parece haber sido expulsado de nuestras vidas. Debido a eso, cualquier cosa que parezca haberse escapado a esas leyes me hace entusiasmarme y hacerme creer que lo ilógico también tiene cabida en nuestro mundo" afirma Gemma Herrero Virto en la nota que precede a su segunda novela Ojo de gato. Allí hay fantasmas, médiums que pueden comunicarse con los muertos, gatos que sienten presencias de otro mundo y sueños que no son sueños sino recuerdos que no pudieron ser expresados. 

Situada en los bosques de Vizcaya, que se convierten poco a poco en un escenario que acoge, colorea y absorbe, la novela cuenta la historia de Laura Ugalde, catedrática de antropología que luego de un desengaño amoroso decide huir de Bilbao e instalarse en un pequeño pueblo para realizar la reconstrucción facial de una mujer asesinada hace quince años. Con un muy buen manejo de la tensión y descripciones que ayudan a contextualizar los hechos, la autora logra que los lectores se olviden de ese mundo dominado por la ciencia y se entrelacen con una serie de situaciones en donde predominan la fantasía y el misterio. Ojo de gato es también la historia de la vida en los pueblos, de lo difícil que muchas veces resulta conocerse tan bien entre todos y de cómo una estigmatización puede terminar en tragedia. 

La literatura crea mundos, permite jugar con la imaginación, encontrarse con quien está lejos. De alguna manera, permite también moldear eso que nos hacen creer que es imposible; nos hace aplaudir convencidos de que sí, de que las hadas existen.